
Microempresas de Colombia celebra 55 años fortaleciendo el tejido empresarial y productivo de Antioquia y del país. Su fórmula de éxito se basa en tres pilares: el acompañamiento, el microcrédito y, sobre todo, el ahorro.
La historia comenzó en 1970 en la textilera Fabricato, con la creación de la Corporación Fabricato para el Desarrollo Social, una iniciativa que buscaba apoyar a las familias de los trabajadores enseñándoles oficios para generar ingresos. “Empezamos con artes y oficios, enseñándoles a las esposas de los trabajadores un arte para que tuvieran un pequeño ingreso”, relata Patricia Pérez Guerra, gerente de la entidad.
En 1980, con el respaldo de un grupo de empresas antioqueñas comprometidas con el desarrollo social, nació oficialmente Microempresas de Colombia, pionera en la implementación del microcrédito en el país. “No es colocar el crédito por colocar, es acompañar”, enfatiza la gerente. Con el paso del tiempo, se consolidó como cooperativa para impulsar el componente financiero de los pequeños negocios. “El microempresario tiene que ahorrar. Porque el emprendimiento no sale de un crédito, sale del ahorro”, afirma Pérez Guerra, destacando el valor de la educación financiera como eje de transformación.
En 2024, Microempresas de Colombia cerró el año con 121.000 asociados, un crecimiento del 6% en activos, que llegaron a $221.747 millones, y un aumento del 10% en su patrimonio, alcanzando $115.619 millones. Los excedentes, por su parte, crecieron un 25% respecto a 2023, finalizando en $16.873 millones. Gracias a la educación financiera el ahorro entre sus asociados ascendió $70.770 millones
Historias que saben a café y compromiso
Una muestra del impacto de la cooperativa es el emprendimiento familiar Café Mirador del Cerro, un café de especialidad cultivado en Betulia, Antioquia. “Es un café producido por mis suegros, al que le dimos un valor agregado en marca, comercialización y distribución”, cuenta con orgullo Laura Aristizábal Muñoz, gerente de la empresa.
Ella y su esposo soñaban con crecer, pero enfrentaron un gran reto financiero, que lograron superar con el acompañamiento de la cooperativa “Gracias a Microempresas logramos ese impulso. No teníamos los recursos para implementar una imagen más bonita del café y otras inversiones. Nos brindaron la oportunidad y, lo más importante, el acompañamiento”, afirma.
Hoy, Laura vende con confianza y amor. “Este es un café con historia, con alma. Es un proyecto que amamos con el corazón, además, es delicioso y de calidad”, me cuenta mientras me deleito de una deliciosa taza de café, de su finca que resume lo que significa emprender con respaldo.
Para la gerente de Microempresas de Colombia, llegar a más de medio siglo significa “tejer país”. “Siempre hemos dicho que las puntaditas hay que hacerlas despacito. Es estar vigentes con los microempresarios, estar ahí, pendientes de ellos. Existimos porque ellos están”, concluye Patricia Pérez Guerra.
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