El próximo 7 de mayo arranca oficialmente el Cónclave que elegirá al nuevo Papa, y aunque todo debería ser ultrasecreto, la verdad es que hay más testigos que en una misa de domingo. Sí, los cardenales se encierran a votar, pero antes, una tropa de personas —desde confesores hasta ascensoristas— debe jurar que no va a soltar ni una palabra de lo que vea o escuche.
El ritual del juramento se celebrará el próximo lunes 5 de mayo, a las 5:30 de la tarde, en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico Vaticano. Allí, Su Eminencia el Cardenal Kevin Joseph Farrell, Camarlengo de la Santa Iglesia Romana , hará que todos los implicados repitan y firmen la fórmula de rigor, con dos protonotarios apostólicos tomando nota —como buenos notarios celestiales—.
¿Y quiénes juran? Pues no solo los purpurados. También hay confesores de diferentes lenguas (porque hasta los cardenales tienen que confesarse), personal de cocina y limpieza, médicos y enfermeros por si a alguien le da un patatús, y hasta los técnicos que suben y bajan en ascensor. Ah, y por supuesto, la siempre elegante Guardia Suiza con su look renacentista.
Este es el juramento que cada uno debe leer y firmar:
Hay que tener en cuenta a el Director de Seguridad, floristas del Vaticano, choferes de la Domus Sanctae Marthae y el equipo de mantenimiento. O sea, medio Vaticano va a estar enterado, pero todos con el dedo cruzado y la boca bien cerrada… al menos en teoría.
Eso sí, la Constitución Universi Dominici Gregis no es ningún juego: si alguien suelta prenda, se expone a consecuencias serias. Así que este Cónclave no solo elegirá al sucesor de Pedro y de Francisco, sino que pondrá a prueba la capacidad de guardar secretos de una verdadera legión de colaboradores celestiales.
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