
Durante su mensaje de catequesis del Martes Santo, el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Medellín, monseñor Mauricio Vélez García, compartió con los feligreses una profunda reflexión sobre cinco grandes problemas que afectan al Valle de Aburrá, los cuales, según él, tienen su raíz en la indiferencia colectiva. Según el prelado estos males no surgieron de la nada, sino que son el resultado de la omisión, de la falta de acción cuando aún era posible intervenir.
Para el religioso el primer problema, es una juventud sin rumbo, atrapada en el mundo de las drogas. “Esto sucede por padres que no cuidaron el discurrir de sus hijos, sus relaciones humanas, sus amistades y en qué invertían su tiempo libre”, afirmó. Explicó que muchos jóvenes, ante la ausencia de un hogar sólido, inician en las drogas con una simple chocolatina gratis a la salida del colegio.
El segundo mal es la situación de los habitantes de calle. “Es producto de la indiferencia. Porque lamentablemente, ni el gobierno, ni la empresa privada, ni las instituciones intervenimos cuando debíamos hacerlo. Para una ciudad como Medellín, tener más de nueve mil habitantes de calle es una bofetada en la cara”, expresó. Aunque reconoció que actualmente hay esfuerzos institucionales, criticó la falta de articulación: “Si aquí nos hubiésemos unido, esto se habría intervenido a tiempo. Pero ¿dónde quedó el punto de partida? En la indiferencia de quienes teníamos capacidad de respuesta cuando el fenómeno apenas surgía”.
El tercer mal que señaló es la corrupción, motivada por la búsqueda del dinero fácil y el deseo de tener más que los demás. “La corrupción es un laberinto. Y de un laberinto no se sale por debajo, se sale por encima. Para salir de la corrupción no necesitamos indiferencia, necesitamos a Dios”, enfatizó. A este punto, sumó un cuarto problema: la pérdida de valores. “Nos volvimos esclavos de las cosas y se nos perdieron los valores”.
Finalmente, el obispo habló de una sociedad sin Dios. “¿De qué me sirve hablar de religión si soy indiferente? ¿De qué me sirve un Triduo Pascual o una Semana Santa si soy indiferente? Mientras yo no tenga hambre, me importa poco el concepto de pobres o pobreza”, advirtió. Concluyó su reflexión haciendo un llamado urgente a actuar, empezando por la misma Iglesia: Recordó que el Papa Francisco, en su visita a Colombia, dejó un mensaje claro: no ser indiferentes. «Necesitamos creer, necesitamos amar y necesitamos servir, porque quien cree, ama y sirve, no está lejos del Reino de los cielos”.
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